Educando por y para la vida
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- 23 may 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 dic 2024
Por: Marly Paola Marriaga Rebolledo
Docente Departamento de Ciencias Naturales y Educación Ambiental Colegio Freinet
Este planteamiento reivindica el sentido del acto de educar como generar oportunidades y capacidades para potenciar el ser persona como sujeto consciente de su función y misión. Acudamos al concepto de Morín con el cual se aprecia a la persona como una unidad compleja de sentido propio.
El reto de las instituciones formadoras, la escuela y la familia, es generar en los individuos de la sociedad la disposición y capacidad de regalarse tiempo para pensar y conducir su autodesarrollo, su proyección hacia su entorno, en la manera aprovechar sus potenciales, capacidades y actitudes, proceder ética y estéticamente para sostener la vida.
Hablar de educación integral es un proceso complejo, que se hace más difícil y casi imposible sin la responsabilidad de las diferentes instituciones encargadas de movilizarla. La familia y la escuela son los centros de esa formación, y en consecuencia tienen mayor probabilidad de éxito si actúan de manera interrelacionada y permanente.
Ser persona es poder crecer integralmente, en las dimensiones física, mental, espiritual, social, ética, ecológica y cultural, entre otras, que configuran la personalidad humana. Es Ser reconocido y tratado por alguien (individuo, institución, organización) como Ser integral -- como unidad compleja, diría Morin (98) --, merecedor de respeto, de una vida en la que realmente se satisfagan las necesidades elementales que requiere su existencia: libertad, autonomía, alimentación, salud, vivienda, ambiente, inclusión, comunidad, etc.
"La familia y la escuela son los centros de esa formación, y en consecuencia tienen mayor probabilidad de éxito si actúan de manera interrelacionada y permanente".
Además de los recursos necesarios para satisfacer las condiciones materiales de existencia, es importante superar las carencias emocionales, éticas, morales, sociales, ecológicas. Vivir como persona pasa por lo económico y material, pero requiere de crecimiento espiritual, y recíprocamente: ser y vivir, como persona tampoco se reduciría a poseer cualidades éticas, morales o espirituales.
Ahora bien, hablar del desarrollo humano se refiere a la generación de capacidades y oportunidades para que los individuos vivan conscientes de su existencia, como personas. Una de las responsabilidades de toda persona, institución, Estado, grupo o comunidad es contribuir al desarrollo humano. En el caso de la institución educativa, esta responsabilidad recae en sus profesores, directivos, padres de familia; inclusive, la institución debe crear capacidades para que esta función sea corresponsabilidad de los mismos estudiantes.
Es persona quien vive y actúa como persona, interesándose y contribuyendo activamente al crecimiento integral de sí mismo y del ser social. Uno no puede esperar solamente a que los demás lo traten como persona. Es necesario desplegar disposiciones y voluntades propias para direccionar el crecimiento integral de sí mismo y de los otros. La vida de uno, su desarrollo como persona, avanza en una pulsión interna (propia) y externa. La felicidad de alguien depende sobre todo de sí mismo. En la felicidad influye lo material, pero los grados de felicidad que alguien pueda materializar dependen de la manera como se autodetermine, organice su vida, como la viva, como asuma esta y la relación social.
No se puede esperar vivir un paraíso sin contrastes tales como la diferencia y ciertas carencias. No es posible tal paraíso ni la persona que habitara este. Otra cuestión es carecer de las condiciones elementales de existencia que hemos relacionando aquí. Se trataría de una vida miserable, indigna. Una vida es miserable cuando no se poseen las condiciones tanto espirituales como materiales para existir, trátese de lo económico, de recursos espirituales como el amor, la solidaridad, la honestidad, la justicia, la equidad o el respeto.
La asimetría es una constante en la vida natural y social. Si la dinámica de la misma naturaleza es compleja (catástrofes naturales, especies que devoran otras), la situación del hombre en sociedad no lo es menos. Cada ser es distinto, diferente, exclusivo en materia de pensamiento, sentimiento, voluntad, percepción, sensibilidad, manera de obrar y actuar. Ello hace compleja también la vida social, pues en esta esfera las relaciones se establecen entre seres distintos que intentan llegar a ciertos acuerdos.
Como se puede advertir, el desarrollo humano en es asumido por la mayoría hoy como desarrollo material, como progreso económico, siendo estas condiciones contrarias a la vida digna y ajenas a una educación que actúe a favor de esta aspiración. Alternativo (¿complementario?) a este enfoque está la pedagogía por proyectos de vida, supuesto desde el cual la educación forma personas capaces de apropiarse y usar el conocimiento en razón de generar oportunidades materiales y espirituales para vivir de manera más digna en los mundos que les corresponda.
La auto proyección y construcción de proyectos de vida en cada una de estas dimensiones del ser representan un imperativo de la educación, y en estos procesos, la auto y coevaluación personal e institucional constituyen una fase insoslayable. El ascenso, el desarrollo involucran procesos de diagnóstico, diseño de planes de mejoramiento, monitoreo, supervisión, evaluación y control. Avanzar estos a la luz de un concepto de persona como pluridimensionalidad, como tejido complejo, es uno de los retos para hacer de este mundo una posibilidad real de vida, y no al contrario: hacer de la vida una muerte lenta, a plazos, como ha atinado algún poeta.