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    Conexiones .
  • 1 oct 2024
  • 7 Min. de lectura

Parámetros éticos en la era digital: La vulnerabilidad del usuario en las redes sociales

Autoras: Catalina Arosemena Salcedo y Mariana Narváez Vargas.

Área: Lenguaje

Tipo de texto: Ensayo argumentativo

Grupo: 11B

 

En la era de la información, la recopilación y uso de datos personales por parte de grandes plataformas y empresas, se ha convertido en una práctica universal, adquiriendo una relevancia no vista antes. En este contexto, la interconexión global y la tecnología han transformado la manera en la que generamos, compartimos y utilizamos la información personalizada que se nos brinda. Además, actualmente se han aprovechado las características particulares de estas plataformas para llegar a audiencias masivas. Sin embargo, este flujo de información plantea preguntas éticas fundamentales acerca de la privacidad y la protección de los derechos de los individuos.


A medida que la tecnología avanza, la recopilación y uso de datos personales requiere parámetros éticos para garantizar la protección de los derechos de los usuarios, por lo que es importante entrar a considerar de manera crítica las implicaciones éticas ligadas a la recopilación de éstos y su difusión.


Las redes sociales se han convertido en sitios donde circula la desinformación y las noticias falsas, esto influye en las decisiones de las personas y en la opinión pública, además de que se crea un ambiente de escepticismo que puede producir efectos negativos en la sociedad. Las redes sociales han dado paso a la propagación masiva de “fake news”, siendo difícil de contener, por ello, es importante que las personas sean críticas o analíticas con la información que leen en las redes sociales y que indaguen su veracidad antes de compartirla.


Desde esta mirada, Pérez (2019) afirma que “En este escenario de tribulación en el que no para de crecer el consumo de información a través de plataformas sociales como WhatsApp, Facebook o Twitter y buscadores como Google, las generaciones más jóvenes emergen como sus principales consumidores y los usuarios mayores de 65 años como sus principales víctimas: en la campaña presidencial de los Estados Unidos del 2016, este grupo compartió siete veces más fake news que las cohortes más jóvenes (Guess et al., 2019)." De acuerdo a lo anterior, se evidencia cómo los usuarios —principalmente aquellos que tienen más de 65 años, según la investigación citada— consumen y comparten información falsa a través de las redes sociales.


Por otro lado, la mayoría de los usuarios están dispuestos a intercambiar parte de su privacidad por servicios personalizados más eficientes y efectivos. Las personas están cada vez más acostumbradas a compartir información en línea a cambio de beneficios como publicidad personalizada, recomendaciones precisas y acceso a plataformas gratuitas, sin tener en cuenta que esta información recopilada por las redes sociales, desde los datos personales de sus usuarios hasta sus hábitos de navegación y consumo, es utilizada también por terceros, ya que, muchas veces las plataformas de redes sociales generan ganancias vendiendo los datos de los usuarios a otras empresas, como por ejemplo, de publicidad o a intereses de gobierno, pasando a adquirir un valor y convirtiéndose en un producto del mercado. Por esto, es importante que los usuarios sean conscientes y precavidos con la información que comparten y de los riesgos que esto trae. "El megamercado en el que interactúan, por una parte, grandes empresarios, y por otra, consumidores, es también un mercado de información. La información ha dejado de ser un bien intangible y de poca importancia relativa para convertirse en un objeto de apropiación, no fungible y de un alto valor en el mercado." (Barrera, E. M. S., 1999).


Otra de las implicaciones éticas vinculadas a las redes sociales son los discursos de odio y discriminación, ya que en muchas ocasiones estas plataformas son utilizadas para difundir mensajes con opiniones prejuiciosas, estigmatizantes y destructivas que generan rechazo hacia un grupo de individuos. A menudo, las plataformas luchan por moderar y eliminar contenido discriminatorio y odioso de manera eficaz, debido a la gran cantidad que se difunde. Al mismo tiempo, las personas usualmente lo hacen desde perfiles falsos y desde el anonimato lo que les propicia expresar opiniones más agresivas y discriminatorias. Esto provoca un efecto negativo en las víctimas y sobre todo en grupos vulnerables como los jóvenes. “El discurso de odio es considerado como violatorio de los derechos humanos, no importa si se produce online o a través de manifestaciones en escenarios tradicionales (offline).” (Campos, M. et al., 2015). “Aunque no es la tecnología la que ocasiona la actitud y acciones de intolerancia, la alarma por la circulación de expresiones de odio a través de internet crece debido a la posibilidad de que éstas se propaguen con gran rapidez ‘en el mundo virtual’ y multipliquen su daño potencial: el efecto viral de los mensajes en las redes haría que los sentimientos xenófobos alcanzaran a un mayor número de personas.” (Campos, M. et al., 2015). Como ya fue mencionado anteriormente, el discurso de odio es considerado una violación a los derechos humanos, el cual, recientemente ha generado una creciente preocupación por la excesiva difusión.


Es importante también, mencionar que el uso excesivo de las redes sociales provoca adicción en los usuarios, llegando a tener un impacto negativo en la salud mental de ellos, principalmente en los jóvenes. Esta adicción puede generar aislamiento social, ansiedad, depresión, baja autoestima, trastornos alimenticios, entre otras. También llevan a una búsqueda constante de validación y atención en las redes sociales convirtiéndose en un ciclo adictivo en el que los usuarios buscan continuamente la aprobación de otros. Por esto es importante que los usuarios establezcan límites en su tiempo de uso de las redes y sean conscientes de cómo su uso en exceso afecta su salud mental. “Las redes sociales pueden llegar a ser objeto de adicción. Lo más peligroso de esta patología es que puede pasar desapercibida entre los estudiantes, debido a que su uso está normalizado. Esto convierte a la juventud en uno de los grupos más vulnerables a esta adicción.” (Medina, A. et al., 2022). Además es valioso recalcar que las redes sociales influyen negativamente en la autoimagen y la percepción del cuerpo de los usuarios, generando como consecuencia trastornos alimenticios y problemas de salud mental.


Existen efectos perjudiciales debido al uso excesivo de las redes sociales, como indica Medina (2022): “Como menciona Echeburúa y Corral (2010), la persona adicta solo considera la gratificación inmediata, mas no toma en cuenta las consecuencias negativas que se puedan presentar en un futuro. Debido a esto, el uso excesivo de las redes sociales puede traer consigo el aislamiento, bajo rendimiento, desinterés por otros aspectos, trastornos de conducta, inestabilidad económica, sedentarismo y también, obesidad.” Lo anterior, respalda el planteamiento de que el manejo desmedido de las redes sociales da lugar a una serie de problemas de salud mental y comportamiento en los usuarios.


Para concluir, a pesar de los avances que ha traído consigo la era digital, es evidente que enfrentamos desafíos éticos definitivamente relevantes, los cuales han sido impulsados por la recopilación de datos, dado que la información se ha convertido en la base de personalización de las redes y los servicios que frecuentamos en la actualidad.  En consecuencia, estas implicaciones éticas han contribuido, no solo en la adicción — comúnmente normalizada hoy en día—, sino también en la propagación de discursos de odio y discriminación en las redes, que a su vez desencadenan en afectaciones negativas en la salud mental de los usuarios, particularmente en los jóvenes, quienes resultan ser los más vulnerables.


Por estas razones, y con el fin de fomentar el uso ético de la tecnología y la protección de los datos, es esencial que las redes tomen medidas al respecto, las cuales incentiven la moderación del contenido que se presenta en las plataformas, la regulación del tiempo que dedicamos a estas, la educación y concientización pública sobre los efectos negativos del mal uso de la información, generando un entorno más seguro y controlando la exposición de los datos personales.


Para llevar a cabo este compromiso social, es obligatorio indagar sobre la veracidad del contenido antes de compartirlo, para así combatir la difusión de la desinformación. Además, resulta imperativo entrar a revisar detenidamente las configuraciones de privacidad y la legislación de la protección de datos, dado que estos nos permiten entender y corroborar las políticas que rigen la recopilación y el uso de nuestra información. Igualmente, ya que la responsabilidad recae en cada usuario, es importante comprender los términos y condiciones que las redes y los aplicativos ofrecen para tener mayor control sobre los datos que compartimos, y así aumentar la toma de conciencia individual en la era digital.


Por último, propuestas como la creación de campañas de sensibilización y la educación sobre el impacto del uso excesivo de las redes, son alternativas que también se deben de tener en cuenta. La primera, porque incentiva la creación de comunidades virtuales más respetuosas y saludables, disuadiendo a los usuarios de participar en discursos de odio. Y la segunda, porque permite que el usuario entienda los riesgos que conlleva la adicción a las redes y establezca límites al momento de pasar tiempo en estas.

 

Bibliografía

Barrera, E. M. S. (1999). La protección del derecho a la intimidad y la nueva ley sobre cláusulas abusivas. El caso español del contrato de servicios telefónicos y la venta de datos de los usuarios. Universidad de La Sarana, Facultad de derecho.

 

Campos, M., Ramos, M., Trejo Delarbre, R., Hernández Ramírez, M. E., De Dios Corona, S. R., Ávila-Zesatti, C., ... & Caballero Ochoa, J. L. (2015). Mensajes de odio y discriminación en las redes sociales. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

 

Flores Vivar, J. M. (2019). Inteligencia artificial y periodismo: diluyendo el impacto de la desinformación y las noticias falsas a través de los bots. Doxa Comunicación.

 

Medina, A., Tolentino, R., Luy, C., Cárdenas de la Cruz, S., & Muñoz, J. (2022). Las redes sociales en la salud mental de los adolescentes: ¿un problema existente?. Revista Stadium Veritatis, vol. 20.

 

Pérez, C. R. (2019). No diga fake news, di desinformación: una revisión sobre el fenómeno de las noticias falsas y sus implicaciones. Comunicación, (40), 65-74.

Rask, B. (2014). Estudio sobre la actividad de Facebook y su efecto sobre los derechos de los usuarios.

 

Soziable.es (2023). Los mensajes de odio en redes sociales son cada vez más frecuentes entre los jóvenes.

 

Villanueva, D. N., Feced, S. C., Calvo, B. R., & Barranco, I. B. (2017). Influencia negativa de las redes sociales en la salud de adolescentes y adultos jóvenes: una revisión bibliográfica. Psicología y salud, 27(2), 255-267.



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